jueves, 7 de mayo de 2009

Pequeñas cosas...

Muchas veces pasamos por alto situaciones que parecieran ser “normales”, para el común de las personas. No prestamos atención, las asimilamos como circunstancias cotidianas, aunque algunas de ellas atentan contra valores o costumbres practicamente en extinción. Otras veces, ante el desinterés popular por algunas actitudes y valores, nos asombramos en gran medida, cuando encontramos a esas personas que se toman un tiempo prudente, no exagerado, para examinar pequeñas cosas de la vida.
El párrafo inicial puede entenderse como mi humilde opinión de dos diferentes actitudes frente a percepciones de la interacción de la sociedad en su conjunto, aunque tal vez sea algo confusa. Voy a intentar clarificarla.
En una sociedad donde gran parte de la masa social vive de la apariencia –porque no es mas que eso-, la porción restante, sea por herencia o por propio autocontrol, conserva algunos lineamientos morales que hoy se encuentran prácticamente perdidos. Cada uno de nosotros comienza a dialogar frecuentemente con otras personas medianamente desconocidas, ya sea porque comparten un horario de viaje todos los días, cursan una misma cátedra en la universidad, trabajan en el mismo lugar, o similares casos. Automáticamente, prejuzgamos, esperamos determinadas conductas, prácticamente estamos a la expectativa de que la persona trastabille para “ponerle la traba”.
Es increíble tan solo pensar que podríamos contentarnos enormemente, por ejemplo, tomando un café y charlando de cualquier cosa, con una persona normal, con la que se pueda entablar, aunque sea minimamente, una conversación coherente, no necesariamente aburrida. Pero no todos opinamos lo mismo, como es obvio. No juzgo a aquellos que prefieren ir a emborracharse una noche de sábado, para “olvidar los problemas” –aunque estos aparecen de nuevo al otro día, acompañados de ese horrible dolor de cabeza-. Todos podemos elegir, obviamente dentro de lo que no atente contra otras personas, a donde ir, con quienes, cuando, etc. Sin embargo me permito el atrevimiento de objetar algo: ¿Cómo se llegó a esta instancia? ¿Por qué hoy salgo a la calle un viernes o sábado a la noche y me encuentro con chicos y chicas, que no superan los 15 años, reunidos en una esquina o en la puerta de un boliche, por haber sido privados de ingreso por causas obvias? O peor aun; ¿Dentro de los boliches, en terribles estados de excitación, habiendo transgredido un limite de edad? “La culpa no es del chancho, sino del que le da de comer”, es decir, la responsabilidad no es de quien realiza el acto, sino de quien lo consienta o permite.
Me fui un poco por la tangente, pero nada que se escriba desde nuestra propia perspectiva debe borrarse. A pesar de que fue un ejemplo aislado, es el más atinado que encontramos hoy en día.


Como describí en la anterior entrada, estamos hablando de pequeñas cosas de la vida, vale decir, circunstancias, actos, hechos dignos de mayor apreciación, totalmente desubicados en su totalidad, y poco juzgados, ya que se incorporan dentro de la cotidianeidad con la que convivimos.



Ante todo muchas gracias por leer.

Un saludo y exitosLeandro Berretta

4 comentarios:

Jaht dijo...

.."Son aquellas pequeñas cosas que nos dejó un tiempo de rosas"...Tal vez conozcas el tema de Joan Manuel Serrat (Aquellas pequeñas cosas).Nos habla de ellas como los recuerdos que permanecerán.
¡Buena travesía!

Lobo dijo...

Yo hace rato que perdí mi fe en la raza humana. Ojo de terminar como yo, eh. Aunque tu enfoque es diferente y por suerte no borda con la misantropía.

Viste como es, de un recinto de 130 personas, rescatás 3. Y a la gordis de matemática, pero hasta ahí y dejá de contar.


Saludos.



Lobo.

C V. R dijo...

"El individuo ha luchado siempre para no ser absorbido por la tribu. Si lo intentas, a menudo estarás solo, y a veces asustado. Pero ningún precio es demasiado alto por el privilegio de ser uno mismo". (Nietzsche)Al leer éste texto recordé esta frase:

Es complicado cuando se habla de la masa, o más bien es triste; ver que más que evolución, existe claramente, una involución; Donde se puede apreciar la falta de ética, moral y demás extructuras -si se puede llamar así- que razón encuentro en tu líneas...
Son esas pequeñas cosas que el ser humano ya casi no guarda en su intelecto, son esas pequeñas cosas que nos llevan a no ser nada más que nada.

Me ha encantado su blog, pasaré seguido con gusto.

Saludos!

Bruja dijo...

Hola Leandro. Gracias por tu comentario en mi rinconcito, espero que te guste la continuacion.
Me gusta tu blog, sobre todo el tema que abordará ya que se pueden sacar muchas opiniones y conocer las del resto de personas, aunque desconocidas sean. Me sumo a seguir tu blog, que promete ser bastante interesante. Un saludo ^^